
La Vigen del Carmen está para todo aquel que necesite ayuda y amparo en múltiples situaciones de la vida.
"Tengo mil dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma, sálvame.
En mis desaciertos, ilumíname.
En mis dudas y penas, confórtame.
En mis enfermedades, fortaléceme.
Cuando me desprecien, anímame.
En las tentaciones, defiéndeme.
En las horas difíciles, consuélame.
Con tu corazón maternal ámame.
Con tu inmenso poder protégeme.
Y en tus brazos al expirar, recíbeme.
Ruega por nosotros, Amén."
Es patrona de los marineros, lo que incluye a los pescadores también. Remontándonos a los orígenes, el nombre viene de Carmelo, un monte en la zona de Galilea donde, según cuenta la historia, un grupo de devotos de la Tierra Santa decidió instalarse y edificar la primera iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo. Su devoción por la Virgen hizo florecer una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen. Más tarde, Simón Stock, Superior de esta orden, al verla en peligro, le pidió a la Virgen del Carmen una señal de su protección. Precisamente, un 16 de julio la Señora se le apareció con un escapulario, cumpliendo así sus plegarias.